Més o menys jo de Miquel Duran


Més o menys jo es la primera novela de Miquel Duran. El autor gerundense debuta con voz propia, con un estilo fresco y original que sorprende y no deja indiferente.

El libro en sí, el objeto, ya resulta llamativo, pues parece un manual de instrucciones de Ikea. No sólo la cubierta sino el interior nos recuerda a un producto mecánico y tosco. Es una edición que, en cierto modo, también refleja mi opinión acerca del contenido. Entiendo que es una manera diferenciadora y original de presentarlo pero no puedo obviar que el margen superior es de cuatro centímetros, el doble que el inferior, un espacio en blanco enorme que me trastorna en cada página sin que pueda abstraerme de él. Del mismo modo, tampoco puedo dejar de pensar que he pagado 16€ por un libro que parece una edición barata de las que regalan con los periódicos los domingos de verano para la playa. No puedo aclararme y decidir si la amo o la odio.

La novela que guarda en su interior me ofrece, igualmente, sentimientos encontrados. No he sabido descifrar el porqué de la historia, entenderla, pero el trabajo formal me ha encantado. Cada palabra, más que hacer progresar la trama o explicarla, suma para crear una atmósfera muy particular, tal como sucede en Netsuke de Rikki Ducornet. Con acertada precisión, Duran transmite el mundo interior adolescente, tan pagado de sí mismo por la visión de las deslumbrantes promesas de la madurez como todavía poseedor del pensamiento mágico de la infancia. Durante la lectura, no dejaba de pensar en Tonto, muerto, bastardo e invisible de Millás. Al igual que el autor valenciano, Duran, de una ocurrencia anecdótica, saca punta al lápiz y alarga la fantasía hasta fusionarla con la realidad en una poética coherente.

Su estilo crea una voz única que transforma el entorno circundante del personaje. De pequeño, creía que el realismo mágico había nacido en Latinoamérica porque allí todo era torrencial, desproporcionado, mientras que en Europa éramos incapaces debido a nuestras estrechas calles asfaltadas y nuestros diminutos cubículos de trabajo. Pero Bolaño, con un cuento sobre su hijo, me enseñó que no, que es la mirada lo que importa y que, seguramente, los ojos europeos anden demasiado dormidos y necesiten despertar del letargo en que se encuentran. Duran consigue que Pujarnol y Banyoles resulten increíbles, fascinantes. Consigue que la imagen de este universo capture la atención del lector a falta de narración.

Si Salinger en El guardián entre el centeno nos secuestraba con un sincero y abrumador torrente emocional atrapado bajo la inquietante calma de un relato que apenas avanzaba, Duran lo consigue a base de desconcierto morfosintáctico. Combinaciones extrañas, aparentemente asépticas, sumen al lector en la incerteza y el asombro. Utiliza términos con resonancias empresariales y tecnológicas para que la gente se comporte con "solvencia"y "disponga" de esposas y "geometrías" "complejas". El narrador busca, como todo adolescente, hacerse el mayor tratando todo con desafección y desinterés, distanciándose de la ilusión de los niños. Si Holden Caulfield no parecía darle demasiada importancia a nada de modo inconsciente, Marc lucha sin descanso para que nada resulte apasionante.

Este juego de utilizar el término que menos espera el lector es arriesgado aunque el autor salga airoso con aparente comodidad. Creo que sólo una vez me ha parecido que patinaba, que se mostraba demasiado impostado, excesivamente intencionado. Aparte de ese momento, hacia el comienzo, todo ha ido como la seda con respecto al estilo. Pero es cierto que más de una vez me he parado preguntándome qué estaba leyendo: ¿hacia dónde va todo esto? ¿Por qué odia tanto a su madre? ¿La desprecia por el mero rechazo adolescente hacia las figuras paternas? ¿Por qué ella y no el padre? El final tampoco me ha resuelto la papeleta y me ha dejado igual de descolocado. Sin duda, puede haber influido no leerlo del tirón, sino con grandes pausas publicitarias para el trabajo y el estudio.

Dicho lo dicho, ¿lo recomendaría? Para mí, personalmente, ha sido una alegría en cuanto a encontrarme algo que realmente se siente nuevo. Pero eso sí, como historia, mejor que me la vuelvan a explicar.

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