Viaje a Sils Maria, dos críticas [con y sin SPOILERS]


CRÍTICA SIN SPOILERS

Quién me iba a decir que Kristen Stewart dejaría de parecerme una petarda. Creo que ella o su agente eligió muy bien este papel para despegarse del porno adolescente de Crepúsculo, haciendo un buen trabajo. Juliette Binoche está fenomenal y Chloe Grace Moretz me supone un problema en cuanto al doblaje.

Es una película que tengo ganas de ver en versión original porque la voz de Moretz es molesta, creo que deliberadamente, lo cual no me parecería mal si no me sonara tan impostada. Es casi como oír a Alvin sin las ardillas, y eso me saca de mi embelesamiento como espectador y me recuerda que estoy en un cine. Dicho esto, su personalidad alejada de la realidad tiene sentido.

Juliette Binoche es Maria Enders, una célebre actriz en la cuarentena a quien, veinte años después de interpretar el papel de su vida en la obra teatral La serpiente de Majola, vuelven a proponerle participar en ella. Sin embargo, si entonces se metió en la piel de la cruel y bella Sigrid, ahora le proponen ser Helena, la mujer madura seducida y enloquecida por la joven. La mediática e ídolo adolescente Jo-Ann Ellis (Moretz) es la elegida para ser el nuevo rostro de la femme fatale sobre el escenario. Con la ayuda de su asistente personal Valentine (Stewart), Enders revivirá el texto dramático intentando decidir si volver o no a la obra de la que tan buenos recuerdos alberga.

Las actuaciones del trío de actrices son buenas y sólidas. El guión avanza de manera morosa y ambigua escapando de simplificaciones y clichés. La belleza de los paisajes de Sils Maria (situada en el Cantón de los Grisones en Suiza) es arrebatadora y, en caso de que el filme no satisfaciera, siempre queda haber descubierto el lugar ideal para ir las próximas vacaciones.


CRÍTICA CON SPOILERS

Ahora que el tema del doble rasero con la edad límite para actrices y actores está en debate en Estados Unidos (donde la carrera de las mujeres parecer sufrir un declive a partir de los 34 años, apagado su atractivo como fetiche sexual), Viaje a Sils Maria es una buena reflexión acerca de la madurez.

Maria Enders (Juliette Binoche) es una célebre y rica actriz que veinte años atrás vivió el inicio triunfal de su carrera gracias a la obra teatral La serpiente de Majola de Wilhelm Melchior. Ahora, en la cuarentena, le ofrecen volver a ella, esta vez no interpretando a la cruel y bella Sigrid sino a Helena, la mujer madura que será víctima de los encantos de la joven.

La mediática e ídolo adolescente Jo-Ann Ellis (Chloe Grace Moretz) será, esta vez, la elegida para representar sobre el escenario el nuevo rostro de la femme fatale. Enders no entiende el talento de Ellis. Sólo ve la superficialidad y engreímiento de su juventud. A su edad, se cree a vuelta de todo y cualquier cosa que se distancie de su visión del mundo le parece errónea.

Tampoco entiende el papel de Helena. Ella se sigue sintiendo libre y poderosa como Sigrid. Con la ayuda de su asistente personal Valentine (Kristen Stewart), Enders revivirá el texto dramático en el majestuoso paraje de Sils Maria, Suiza, intentando comprender lo que el autor quiso transmitir. Pese a las constantes observaciones de Valentine, Enders se mostrará renuente a aceptarlas.

Así, se produce un juego de espejos entre la obra y la realidad, donde la relación entre Enders y Valentine se refleja en el binomio Sigrid-Helena. El guión es pausado y juega con la ambigüedad no sólo en este juego metaliterario. Cada respuesta queda abierta. Esta constante ausencia de cierre se refleja en el fundido en negro con el que termina cada escena.

La actuación de las tres es muy buena, desde el cinismo de Enders en los desaires de Binoche, al idealismo ofuscado de Stewart en la mirada perdida de Valentine y la arrogancia de la sonrisa condescendiente de Moretz tras la máscara de Ellis. Considero que consiguen transmitir a la perfección sus papeles. Parecen haber sido escritos para ellas.

He leído alguna crítica negativa que la ha tachado de pretenciosa. Es cierto que sus diálogos completamente ligados a una élite intelectual adinerada molestan por lejanos pero no más que los irreales e irrisorios artistas barbudos y gafapastosos de tantas producciones estadounidenses que hablan con polisílabos de autores alemanes que acaso oyeron citados en un anuncio de Audi.

A diferencia de esos pobres bohemios que no tienen dinero para pagarse paredes y deben dormir en un loft de Nueva York abrazados a una Moleskine repleta de lugares comunes, los ancianos pijos que charlan con una copa de vino en una mano y el alcalde o el ministro de Fomento en la otra son más verosímiles y verídicos pese a la distancia económica y emocional.

No voy a ser yo quien saque pecho afirmando que la entendí nada más salir del cine pero lo cierto es que, después, conversando con mi pareja, empecé a entender mejor el final. El problema es que no se va concretando nada sino que se van añadiendo más datos que ayudan a perfilar la enigmática postura de los personajes.

La edad nos trae la sabiduría de la experiencia pero no nos hace omniscientes. Envejecer nos otorga conocimiento pero también nos resta capacidad de asomarnos a la novedad sin esquemas prefijados. A menudo, desde la edad adulta, nos olvidamos del poder que tenía nuestra lucha cuando todavía nos creíamos capaces de todo.

1 comentario

aningunsitioperoquesealejos dijo...

AVISO:
Si eres ex fumador, abstente de verla o recaerás. Kristen Stewart es una chimenea con patas. XD