Los Kurdles de Robert Goodin


Me atrajo este tebeo por el dibujo y por la extrañeza que me provocó. Es una especie de fábula con seres fantásticos que no está dirigida a niños. Parece pensada en los años 80 pero repensada en la actualidad, con una mala leche y un cinismo muy sutiles.

Sally es una osita de peluche que abandonan en el bosque. En mitad de la tormenta se encontrará con un espantapájaros, un unicornio antropomórfico y un pentápodo (es decir, un ser con tres extremidades menos que un octópodo). El trío tiene un perro que se comporta como tal.

Cuando Sally los conoce, están en mitad de un problema: a la casa de uno de ellos ha empezado a crecerle pelo. Deben intentar detener el avance del vello si no quieren que el edificio se convierta en un monstruo gigante con patas que se marche del lugar y los deje sin techo.

La osita les ayudará, o eso esperan. Lo cierto es que, más allá de algunas apreciaciones desmotivadoras, la pequeña anda ensimismada, aún en shock por haber sido arrojada por la ventana del coche en el que iba a casa. Ha pasado del confort de un hogar a la incerteza de un lugar donde las casas crían pelo.

El autor, Robert Goodin, no parece inocente. Como animador, ha colaborado en series como Padre Made in USA, Rugrats, Duckman o Los Thornberrys. Siendo historietista, ha participado en la antología independiente Mome y ha publicado los álbumes The Man Who Loved Breasts y Binibus Barnabus.

Su estilo me gusta mucho, y no menos el entintado y el color. El relato mezcla simpatía, tristeza, imaginación, nostalgia y mala leche en una masa que, pese a ciertos toques excéntricos, o gracias a ellos, tiene un sabor fabuloso.

Los Kurdles es, sin duda, un acierto de Ediciones La Cúpula. Espero con ansias su continuación.

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