O los tres o ninguno de Kheiron


SIN SPOILERS

O los tres o ninguno es una historia verídica explicada en forma de comedia sobre la huida, en el 79, de unos inmigrantes iraníes hacia Francia y su posterior vida en una barriada del extrarradio parisino. Contiene algunas escenas de violencia cruda pero resulta entretenida y didáctica.

CON SPOILERS

He leído una crítica bastante negativa sobre esta película. Se le echa en cara dar una visión digerible de lo sucedido en Irán, utilizándola como ejemplo de la estupidización de la sociedad actual. Es cierto que ofrece una visión edulcorada pero el resultado no es, en absoluto, superficial. Su director, el humorista y actor Kheiron (alias de Nouchi Tabib), ha querido narrar la vida de sus padres y de cómo tuvieron que fugarse de Irán para venir a Francia.

La película empieza con la infancia de Hibab Tabib, padre de Kheiron, y continúa con su juventud, afiliado al partido comunista y convertido en preso político durante la época de la monarquía del sah ("rey de Irán") Reza Palehví. Tras la Revolución de 1979 y el ascenso de Jomeini al poder, la situación no mejoró en absoluto para los comunistas que, tras ser una pieza clave en el derrocamiento del sah, volvieron a ser señalados y perseguidos como enemigos del estado, ahora una república islámica.

Ambos progenitores se vieron obligados a escapar y empezar una nueva vida en Francia. El recorrido de esta pareja no sólo nos explica lo ocurrido en Irán sino que sirve como paralelismo con la Primavera Árabe y los jóvenes que, tras participar en las protestas, fueron detenidos y condenados a muerte. También pone el dedo en la yaga sonrojante de Occidente mostrando cómo París hacinó a los inmigrantes en suburbios empobrecidos que a día de hoy se han convertido en focos del fundamentalismo más violento.

Es cierto que no es un producto que busque analizar el problema en profundidad porque no se trata de un documental ni una película sesuda. Pero no parece justo restarle méritos al trabajo de Kheiron quien, a través del humor, nos enseña la parte de la Historia que vivieron sus padres. Su intención es ser accesible al gran público, como hizo Marjane Satrapi con su exitoso cómic Persépolis, con la diferencia de que el libro no es una obra humorística.

Uno puede pensar que, tal vez, Kheiron ha intentado hacer lo mismo que Benigni con La vida es bella, demostrando que se puede construir una comedia sobre cualquier tópico sin faltar al respeto ni a la verdad. No se trata tampoco de una película apta para niños, dadas las numerosas escenas de violencia contra el protagonista y sus camaradas. Aunque al final siempre brille la esperanza, estos no disfrutan de una vida ni una lucha fácil.

Kheiron, que parece la versión iraní de Dani Rovira (tanto desde un punto fisonómico como histriónico), ha rodado una película muy entretenida, dura y alegre a la vez, que añade su granito de arena para poder entender un poco mejor los orígenes de lo que está sucediendo actualmente en Francia y en Oriente Medio.

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