Buscando a Dory repite éxito


Buscando a Dory reafirma que vale más gastarse los cuartos en ver una película de animación de Pixar que cualquier otra porquería mainstream que proyectan en la gran pantalla. Dicho esto, si Buscando a Nemo no te pareció precisamente emocionante, vas a tener una sensación parecida con esta. Y si te encantó la primera, esta segunda te agradará aún más.

Han mejorado mucho las animaciones digitales y las herramientas para hacerlas. Cuentan cómo tenían que encargarse de hacer las luces y los reflejos manualmente en la primera y cómo, ahora, ese proceso es automático. También hablan de Hank, el pulpo, que era inimaginable proponerlo en la primera entrega y cómo, en esta, resulta más sencillo aunque no esté libre de complicaciones.

Lo que más me impresionó fue el corto del principio titulado Piper sobre un polluelo de correlimos, un tipo de ave que se dedica a comer almejas en la costa de la playa. Esta breve historia tiene su complicación en tener que animar arena, agua y plumas, todo a la vez. La escena que abre el título es sencillamente espectacular. No sabes si estás viendo CGI o imagen real.

Debajo añado unos enlaces donde se explican muy bien los retos que suponen tanto el corto como la película. Es fascinante cuando uno lee y descubre todo el trabajo que hay detrás de las obras de animación de Pixar, cuyos proyectos que no se toman a la ligera. Si se decide hacer una historia con animales peludos o bajo el agua existe una razón de peso. Es tan admirable como espectacular.

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