Cazafantasmas (2016) supera el test de Bechdel pero no el de la misoginia internauta


El remake con elenco femenino de Cazafantasmas ha recibido críticas más airadas que ese aborto titulado Escuadrón Suicida (Suicide Squad). Esta revisión con Kristen Wiig, Melissa McCarthy, Kate McKinnon y Leslie Jones podrá gustar más o menos, pero no cabe duda de que es un producto mejor que la película de los villanos de DC.

Parece que, para algunos, es preferible tener a una demente luciendo palmito en shorts dentro de un galimatías de fotogramas inconexos que ver a cuatro mujeres actualizando un clásico de la taquilla palomitera. Es aterrador el crecimiento descontrolado de la misóginia en internet. Desde el anonimato binario, la gente confiesa lo que calla en sociedad tras sus máscaras políticamente correctas.

Y no es que Cazafantasmas tenga nada original a parte de haber tenido la "osadía" de cambiar de género a los protagonistas. Volví a ver la película de 1984 con  Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis y Ernie Hudson, y este reboot prácticamente calca la estructura del original, incluida la apoteósica batalla final.

Dicho esto, ¿esta versión es mejor o peor? ¿Era necesaria? Queda más que demostrado que en Hollywood las ideas escasean. A los productores no les preocupa tirar de cómics, videojuegos, filmoteca reciclada y hasta de juegos de mesa como Hundir la Flota con tal de sacar un producto que les llene las arcas de dinero.

En el remake, Erin (Wiig) es una reputada física teórica a punto de conseguir plaza en una prestigiosa universidad. Sin embargo, cuando una serie de sucesos paranormales empiezan a sucederse en Nueva York, un libro de parapsicología que publicó con una antigua colega sale a la luz y su carrera se va al traste. Esa colega, y amiga, es Abby (McCarthy), con quien empezará a investigar dichas apariciones.

En la de 1984, Venkman (Murray), Stantz (Aykroyd) y Spengler (Ramis) tienen su despacho de parapsicología en la universidad. Justo cuando presencian una aparición en la biblioteca, son desacreditados y expulsados del centro académico. Como Erin y Abby, al quedarse de patitas en la calle, deciden abrir su agencia de cazafantasmas. Pese a las variantes, las tramas siguen el mismo camino.

En ambas tenemos a la pareja de investigadores sesudos (Erin-Abby / Stantz-Spengler), un tercero en discordia y un afroamericano que se une después (Patty, interpretada por Jones, y Winston, interpretado por Hudson). En ese tercer miembro es donde radica la diferencia. Si en la primera es un Bill Murray lleno de cinismo, ahora tenemos a una joven científica muy loca (McKinnon).

El personaje de Murray es el más divertido de la primera, personalmente, pero también es el que suelta las perlas más machistas ("¿No estará en uno de esos días del mes?"). Por el contrario, el personaje de McKinnon me resulta insoportable. En un esfuerzo constante por mostrarse guay, tal vez apele a la fascinación de los más jóvenes, pero cansa a los adultos.

La de 1984, fuera de las frases jocosas del amargado Venkman, se me hizo aburrida. Tiene un ritmo más lento que, por otro lado, ayuda a asimilar la película de otra manera, lejos de las prisas del reboot por hacer chistes malos cada dos por tres. Si en la de Murray, la mala leche es el rey, ahora es la tontería la que corona a Chris Hemsworth con su papel de secretario border liner.

Las dos vienen a ser lo mismo, puro entretenimiento, pero dirigido a audiencias distintas. La primera tiene más posibilidades de aburrir a las nuevas generaciones, no sólo por el ritmo sino porque su target son los adultos y no los niños y adolescentes, como sucede con la nueva (y como sucede, no nos engañemos, con el 90% de los taquillazos actuales).

Así que, respondiendo a la primera pregunta, la nueva versión de los Cazafantasmas no es mejor ni peor, es lo mismo pero enfocado a un público distinto. Y si bien creo que cinematográficamente es totalmente innecesaria, socialmente, visto el odio sexista levantado, me parece obligatoria.

Las protagonistas no llevan trajes ajustados, no tienen tetazas. Son personas corrientes y molientes como el cuarteto de la primera, dispuestas a divertirnos con sus locuras para atrapar a un montón de fantasmas. Sinceramente, tal como está el panorama, me sorprende muchísimo que Columbia Pictures apostara por hacerla así. Me sorprende pero me alegra.

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