Ex Machina de Alex Garland podría rebautizarse como Deus Ex Machina


¿Pueden las máquinas pensar como una persona? El objetivo del test de Turing es medir si una máquina puede simular o replicar, hasta resultar indistinguible, la inteligencia y el comportamiento humanos. ¿Pero qué significaría que una máquina superara la prueba?

En Ex Machina, Nathan es un notable programador que ha sido seleccionado para medir las capacidades de Ava, el primer androide con una inteligencia artificial fuera de lo común. Su inventor es Caleb, una especie de genio que, vete a saber cómo, ha diseñado y montado él solito, como si de un Lego se tratase, el portento tecnológico que coprotagoniza la historia.

Podría haber estado bien. Desgraciadamente, esta peli británica se viste de estadounidense1 y nos cuela el amor romántico, ese empalagoso dulce que busca ser la razón y el fin de todo. Cierto es que pretenden darle un giro, pero detrás viene la incoherencia personificada en la figura de Caleb, quien se empecina en hacernos creer que el doctor Frankenstein es posible. Y no.

El tipo trae a Nathan para hacer la prueba y en ningún momento le aclara qué debe analizar. El otro pregunta y él sólo suelta chorradas de Jesucristo renacido y posa sin camiseta. Es un puto moderno narcisista cuya genialidad resulta completamente invisible. El discurso científico desemboca aquí en palabras huecas y en nombres con resonancias bíblicas.

Esa manía de convertir el fruto del estudio y la experimentación de una comunidad en el heroísmo místico de un individuo destroza el producto. La ciencia ficción nos lleva a un futuro verosímilmente posible (a diferencia de la fantasía) para replantearnos nuestro presente. Pero aquí nos pasamos más rato deshojando margaritas de humo que sembrando dudas filosóficas relevantes.

Ex Machina es yermo metal. No engendra nada más allá de vergüenza ajena. Pero su planteamiento es bueno y su final no está excesivamente mal, pese a su previsibilidad. Los efectos especiales, alejados de la espectacularidad de las explosiones, son un punto aparte. Es increíble lo que se puede hacer mediante imágenes generadas por ordenador. Son el auténtico prodigio de esta tonta película.
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1 Gracias por la corrección a Miguel. Me había equivocado y había escrito que la película era estadounidense en lugar de británica.

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