Valor de Ley (1969-2010)


TRADUCCIÓN DEL TÍTULO

Mientras que en España, True grit fue traducido como Valor de ley, en Hispanoamáerica recibió el título de Temple de acero. En la península no sé si quisieron hacer una especie de juego de palabras con las expresión jurídica "valor de ley", mezclando la justicia que busca la protagonista, el valor que conlleva el término grit y la autenticidad "de ley" de true. "Temple de acero" mantiene la idea de coraje y estoicismo, pero le falta el arrojo.

La traducción más cercara sería, tal vez, "agallas" (o "auténticas agallas" si queremos enfatizar), pues contiene el sentido de valentía pero también de "arrojo o determinación para emprender algo arduo". Es curioso, pero estas agallas poco tienen que ver con los peces, sino con ciertas "excrecencias redondas que se forman en ciertos árboles tras la picadura de ciertos insectos e infecciones". Vamos, que tener agallas es tener cojones.


PELÍCULA DE 1969

John Wayne ganó el Oscar a Mejor actor gracias a ella, arrebatando la estatuilla a John Voight y Dustin Hoffman. A mí me parece un galardón inmerecido, porque tanto Voight como Hoffman están soberbios en Midnight Cowboy y Wayne no hace más que repetir su personaje de siempre. Pero tampoco creo que pueda decir nada bueno, pues la historia en sí, aunque me gustó en su planteamiento, me decepcionó en su conclusión.

En Arkansas, el forajido Tom Chaney huye a territorio indio después de matar al padre de la joven Mattie Ross (Kim Darby). Como allí el sheriff no tiene jurisdicción, la tenaz Mattie contratará al alguacil Rooster Cogburn (Wayne) para que haga cumplir la ley. Sin embargo, se generará un conflicto de intereses cuando un ranger llamado LaBoef (Glen Campbell) aparezca con la intención de llevárselo a Texas para sentarlo ante los tribunales por el asesinato de un senador.

En la película hay mucha comedia, sobre todo con la tozudez de Mattie, pero también con las rabietas y borracheras de Cogburn. LaBoef, en cambio, es un galán soso y plano. He leído que la escena final, en la que se rueda el enfrentamiento desde los mismo caballos, resultó muy innovadora en la época. Ahora no sorprende tanto. A mí, desde luego, ni me fascinó ni me emocionó. Como ya he dicho, el final me resultó muy anticlimático y me dejó con el gesto torcido.


PELÍCULA DE 2010

Los Coen rehacen la película. De los clichés del western, pasan a la realidad. Esta versión es más verosímil. Tanto es así que uno se puede dar con un canto en los dientes para poder entender cómo hablan esa panda de gañanes del Oeste. Reinterpretan la historia sin cambiar el guión, convirtiendo, por ejemplo, a LaBoef (Matt Damon) en un personaje ridículo, y con un soterrado pero latente deseo sexual hacia la niña protagonista.

Y es que si en 1969, una Kim Darby de 21 años intepretaba a una Mattie de catorce y las afirmaciones de LaBoef no sonaban tan aberrantes, con Hailee Steinfeld, que tiene la misma edad del personaje, resultan enfermizas. "Eres muy poco agradable en tus declaraciones", le suelta a la cría ante su actitud arrogante. "Mientras te miraba, pensaba robarte un beso aunque seas joven, estés enferma y seas poco agraciada. Pero ahora pienso darte unos buenos correazos".

El final en esta tampoco me parece mejor pese a los cambios. Me sigue pareciendo anticlimático. Seguimos sin terminar en la cima de la acción, como ya esperé con la primera, sino que encima se alarga aún más, dejando un sabor mucho más amargo, aunque más acorde con la realidad de esa época inhóspita y desapacible. Si me quedo con algo bueno de este remake, ha sido el humor. Me he reído mucho, aún más que con la original.


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